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¿EXISTIÓ LA FAMOSA CHUPILCA DEL DIABLO?

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Dentro de las muchas leyendas que el folclore oral y la imaginación literaria aportaron al abultado relato más preciso o cierto de los episodios de la Guerra del Pacífico, destacan casos tan curiosos como el de la famosísima chupilca del Diablo . En los hechos esta fábula está tan profundamente clavada en el imaginario general del conflicto que incluso reputados autores han caído en el mismo engaño; una noción que partió como mera inocencia narrativa, pero que el tiempo ha hecho mutar a algo casi malévolo por el grado de impostura que llega a ocupar entre los hechos demostrables.

SOBRE VINO, CHICHA, CERVEZA, CHUFLAY, AGUARDIENTE... Y BORRACHOS

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Soldados chilenos retratados bebiendo algún refresco en Lima (¿cerveza?) en fotografía de estudio de la Casa Courret, hacia 1881. Fuente imagen: colecciones de Pedro Encina en Santiago Nostálgico. El vino y el aguardiente son como fantasmas penando sobre los batallones y regimientos de la guerra: aparece y reaparece al paso de los chilenos. Con buenas y malas posibilidades, entonces, el alcohol acompañaría a la soldadesca como tentación o bien como catarsis, desde que pusieron el primer paso en el puerto de Antofagasta, en la ocupación que sobrevino con la ruptura diplomática con Bolivia. En la misma ciudad, el comandante del Regimiento Zapadores, teniente coronel Ricardo Santa Cruz, explicaba en una carta fechada el 14 de septiembre de 1879 -junto con lamentar las enfermedades y muertes dos de sus soldados- que el expendio de licor allí “ha llegado a ser una calamidad y no es posible tomar medidas en contra, por respeto a la ley”. Por esta razón, no se daba el di...

DE LA GUERRA A LA CUESTIÓN DE LA CHORRILLANA

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La famosa chorrillana del J. Cruz en Valparaíso. Fuente imagen: sitio del vino Gato Típico Chileno. Un caso capaz de engendrar múltiples teorías sobre su origen como sucede con el bistec a lo pobre pero, hasta cierto punto, extrañamente parecido también en sus ingredientes, es la tradicional chorrillana : carne de vacuno (a veces de cerdo, pollo o combinadas) cortada en cubos o tiras, cebolla y papas, todo frito y servido en plato o bandeja. Pueden agregarse también salchichas, chorizos y longanizas picadas, incluso queso en las versiones más sofisticadas. Su popularidad se remota al mismo período del bistec a lo pobre , además, por lo que su historia y gran aceptación entre el público podría estar enredada también con los vaivenes de la Guerra del Pacífico. En Chile la chorrillana cuenta también con su propio día: cada 13 de agosto, mientras que en la a veces controvertida guía gastronómica internacional Taste Atlas alcanzó las 4,4 estrellas, algo que la puso en dife...

ACÁPITE SOBRE EL BISTEC A LO POBRE

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Desde antes de partir a los territorios en guerra, varios oficiales destacados en la capital chilena estaban acostumbrados a degustar una singular y contundente delicia ofrecida en uno de sus restaurantes favoritos del Santiago de entonces. La historia de su preparación ha generado algunas controversias sobre el origen, ya en nuestra época, pero conserva una fuerte presencia y carga folclórica en Chile: el famoso bistec a lo pobre , tradicional gaudeamus al plato con carne asada o de preferencia frita (res, principalmente), más papas, cebolla y huevos, todos ellos también fritos. Cuenta incluso hasta con un día de honor en la gastronomía nacional y típica, correspondiente al 24 de abril de cada año.

PEQUEÑOS Y GRANDES BANQUETES DE GUERRA

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Pollo, cerdo y hortalizas... Lo necesario para un gran festín en plena guerra. Fuente imagen: Freepic (IA) La comida ha sido un factor de camaradería y un momento de entendimiento social reconocido así desde antes de abandonar los cuarteles y marchar al frente de guerra. A su vez, no todo lo referido a alimentación se reducía sólo al elemental  rancheo : si las circunstancias lo permitían, la hora de comer podía venir dotada de pequeños placeres extras que hacían infinitamente más grata la situación.  En la “Crónica de un soldado de la Guerra del Pacífico”, por ejemplo, Hipólito Gutiérrez recuerda lo agradables y buenos que resultaron aquellos días en que eran conducidos él y sus compañeros de armas hacia el norte desde Chillán, tras haberse enrolado como voluntario con un par de amigos cercanos. Describe allí la comida y el ambiente que generaban estos banquetes, presentándose como otro de los factores de distracción que se vivían ya en sus últimos días de pac...

COMIDA Y BEBIDA: LA HORA DEL RANCHO

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En la tradición y también en las recreaciones de escenas en los campamentos de la Guerra del Pacífico para representaciones teatrales o fílmicas, se ha cerrado una impresión pobre y deslucida sobre el almuerzo o cena de los soldados. Aunque no es del todo alejada de la realidad, sí resulta un tanto estereotípica para señalar lo que fueron sus modestias y privaciones. Casi todo se reduce a una ración de charqui o carne seca y galleta; es decir, carne seca y una dura tortilla de harina (pan negro y seco), base del tradicional rancho mínimo del mundo de un militar en campaña... Pero, como todo en la vida, esto también tiene matices.

LAS MANIFESTACIONES MASIVAS POR EL 21 DE MAYO DE 1879

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El Huáscar y la Esmeralda ya moribunda, en el cuadro de Thomas Sommerscales sobre el Combate Naval de Iquique. En una mirada más amplia a todo el recorrido que mostró el fenómeno humano de las diversiones durante la Guerra del Pacífico, parece correcto decir que las manifestaciones espontáneas del sentimiento popular de celebración colectiva y luego de conmemoración asociada al período habían sobrevenido, especialmente, desde el capítulo de las corbetas Esmeralda y Covadonga en Iquique, más incluso que el propio anuncio de la declaratoria de guerra y su primer llamado a defender los destinos de Chile. La gloria de Iquique, además, llenó de inspiración a editorialistas, poetas, folcloristas, cantores y reclutas voluntarios llegados en masa hasta los cuarteles, tras conocerse el épico combate naval. De hecho, conocidas cuecas del cancionero folclórico surgirían recordando al capitán Arturo Prat, y en la “Lira Popular” escribieron sendos homenajes Juan Rafael Allende ( El...

COMPAÑÍAS DE CIRCOS ENTRE COMPAÑÍAS MILITARES

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Equipo de pantomima del Circo de Miguel Todorovich, con disfraces de vaqueros e indios pieles rojas. Imagen del archivo de Eladio Lavalovich, expuesta en la muestra "Circo Chileno" de la Biblioteca Nacional (año 2011). Si las obras teatrales y circenses patrióticas iban a ser del deleite de la sociedad santiaguina en los días de la guerra, no cuesta imaginar cómo habrán gustado también en los campamentos militares tales elencos artísticos, en esos mismos y exactos momentos. Como supo preverlo en su momento el ministro de Guerra, don Rafael Sotomayor, además de sus asesores, esto era del todo esperable: cada manifestación con espectáculos de aquel tipo era esperada con ansias, dada la sed de entretención y de distracciones que cundió desde el inicio entre las sufridas tropas chilenas. Lo diría también Benjamín Vicuña Mackenna en su “Guerra del Pacífico. Historia de la campaña de Lima 1880-1881”: Por lo demás los soldados y oficiales del ejército ha...

UNA VENGANZA DE LOS TÍTERES CONTRA LOS CUCALONES

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Un corral de títeres y sus muñecos en anuncio de exposición navideña de juguetes de la Casa Falconi, de Santiago, en revista "Zig-Zag" a fines de 1913. El irreverente Don Cristóbal está al centro de los títeres. Se recordará que, a mediados de julio de 1880, el recientemente fallecido ministro de Guerra don Rafael Sotomayor fue reemplazado por su secretario, don José Francisco Vergara. Empresario, ingeniero civil, político de carrera y masón de acaudalada familia, era un hombre de relevancia y alto cuño para entonces, pero también se lo identificaba como uno de los cucalones que menos simpatías despertaba entre los uniformes, viéndolo como un mero entrometido en los asuntos de la guerra. Era imposible que esta fricción no tuviera sus efectos, alcanzando incluso a las presentaciones de títeres y humorísticas en las funciones ofrecidas por los artistas a los soldados de los campamentos.

AVENTURAS Y DESCAROS DE DON CRISTÓBAL EN EL FRENTE

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Caricatura "A diestro y siniestro", en donde se ve al títere Don Cristóbal armado con su cachiporra y todo un teatro de muñecos con caras de políticos de la época, en el primer ejemplar del periódico satírico llamado también "Don Cristóbal", del 1 de abril de 1890. Desde mucho tiempo antes de la Guerra del 79, el personaje  Don Cristóbal Polichinela era ya un protagonista antológico y principal de las compañías de títeres criollas. Muñeco de origen español arribado a Chile en los albores de la Independencia según se cree, estaba inspirado en el personaje Pulcinella del teatro popular de la commedia dell’arte en la Italia medieval, correspondiendo a una de las figuras llamadas zanni , que influyeron mucho en el arte de los titiriteros y también en el concepto de los arlequines y primeros clowns de cara blanca. Fue convocado incluso por Federico García Lorca en “Los títeres de cachiporra”, tiempo después.

LOS TÍTERES QUE FUERON VETERANOS DEL 79

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Función de los títeres Punch and Judy, equivalentes ingleses de Cristóbal y Mamá Laucha, en las calles de Londres durante la época victoriana. Caricatura histórica publicada en el sitio Titeresante.es. Es preciso advertir que el teatro de títeres ha estado presente en Chile desde tiempos coloniales, hallándose ya en un buen momento de desarrollo como espectáculo para el siglo XIX, al ser llevado también a la Guerra del Pacífico. Hubo casos provenientes del quehacer de la fe al final del coloniaje, además, como las figuras con movimiento que los sacerdotes monarquistas de Chillán hicieron durante la Reconquista: una Virgen María que era capaz entregar con su brazo el bastón de mando del oficial realista de la plaza. Su existencia se verifica el "Extracto de un oficio del supremo gobierno del 12 de enero al gobernador intendente. Relativo a la conducta de los franciscanos de Chillán", publicado en "El Monitor Araucano" N° 12 de 1814. Existe también u...